Illustration: Julius Thesing
Sprecher Deutsch: Stephan Niemand
Übersetzerin und Sprecherin Spanisch: Sandra Ramírez Serna
© Mulingula e.V., lizensiert unter CC BY-NC-ND 4.0

 

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Kein Wunder,
dass ich nicht wachse

von Achim Bröger

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No es raro
que yo no crezca

de Achim Bröger

 

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Der Prinz ging im Palast spazieren.

Diener verbeugten sich und sagten: „Guten Morgen, Herr Prinz.“

Und sie dachten: Er sieht ja wirklich nett aus. Aber er ist einfach nicht groß genug.

 

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El príncipe paseaba por el palacio.

Los sirvientes se inclinaron y dijeron: 
—Buenos días, señor príncipe.

“Y pensaron: La verdad es que  parece simpático, pero no es lo suficientemente alto.”
 

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Im Spiegelsaal sah sich der Prinz dann selbst, und er dachte: Später wird man Königliche Hoheit zu mir sagen.

Aber wenn ich nicht schnell wachse, lachen sie heimlich und denken:

Komisch, dass wir diesen Zwerg Königliche Hoheit nennen müssen.

Königliche Kleinheit würde viel besser zu ihm passen.

 
 

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En la sala de espejos el príncipe se miró a sí mismo y pensó: Algún día me llamarán Su Alteza Real.

 

Pero si no crezco rápido, se reirán en secreto y pensarán:

Qué raro que tengamos que llamar Su Alteza Real a este enano.

Su pequeñísima Alteza Real le quedaría mejor.

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Der Prinz bekam Unterricht in allen wichtigen Königsfächern. Krone auf dem Kopf tragen war eines davon.

Leider rutschte ihm auch seine extra kleine Übungskrone immer wieder über die Stirn und ins Gesicht.

 

Königlich sah das überhaupt nicht aus, wenn das goldene Ding schief herumhing.
Auch auf dem Thron sitzen, befehlen, raffiniert sein und solche Dinge lernte er.

 

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El príncipe recibió clases en todas las materias importantes para un rey. Llevar la  corona en la cabeza era una de ellas.

Por desgracia, hasta su corona de práctica extra pequeña, se le deslizaba una y otra vez  por la frente y hacia la cara.

No parecía para nada de la realeza, cuando la cosa dorada colgaba torcida.
Aprendió también a sentarse en el trono, a dar órdenes, a ser astuto y cosas por el estilo. 

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Nach dem Unterricht durfte er im riesigen Palastgarten spielen.

So groß war der, dass der Prinz noch nie bis zur Gartenmauer gekommen war.

Leider musste er auch beim Spielen die Krone aufbehalten.

Und leider gab es außer ihm keine Kinder im Palast und im Garten, mit denen er spielen konnte.

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Después de clase, se le permitía jugar en el enorme jardín del palacio.

Era tan grande, que el príncipe nunca había llegado hasta el muro del jardín.

 

Desafortunadamente, también mientras jugaba tenía que mantener la corona puesta,

Y lamentablemente no había ningún otro niño en el palacio ni en el jardín con quien pudiera jugar.

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Prächtig und streng saß sein Vater, der König, auf dem Thron.

Von da oben beobachtete er seinen Sohn und sagte: „Das Land ist riesig und schwer zu regieren.

Es hat viele Feinde und braucht einen großen König.

Du musst also groß und stark werden und schlau natürlich auch.“

 

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Majestuoso y severo estaba sentado en el trono su padre, el rey.

Desde allá arriba observó a su hijo y le dijo: —El país es enorme y difícil de gobernar.

 

 

Tiene muchos enemigos y necesita un gran rey.

Así que tienes que volverte grande y fuerte, y por supuesto, también inteligente.

 

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Der kleine Prinz dachte: So was Tolles will ich nicht werden, Krone tragen macht keinen Spaß.

Das Ding drückt mich zusammen.

Sagen durfte er das alles nicht.

Sein Vater, der König, hätte sich die Haare gerauft, und das war schwierig für ihn, denn er hatte nur noch wenige.

 

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El pequeño príncipe pensó: No quiero convertirme en algo tan grandioso, llevar una corona no es divertido.

Esa cosa me aprieta.

 
 
 

Él no podía decir todo eso.

Su padre, el rey, se habría arrancado los pelos, y eso era difícil para él,  porque ya tenía muy pocos.

 

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Oft rief der König den Diener mit einer Messlatte.

Aber immer wieder stellte der fest: „Nein, der Prinz wächst nicht.“

Da bekam der König jedes Mal einen Wutanfall.

 

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A menudo, el rey llamaba al sirviente con una vara de medición.

Pero una y otra vez comprobaba: —No, el príncipe no crece.

Entonces, cada vez le daba al rey un ataque de ira.

 

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Und schließlich befahl er: „Gespielt wird erst wieder, wenn du gewachsen bist. Und sieh nicht so verträumt in die Gegend. Streng dich an.“

Aber der Prinz unter seiner goldenen Krone wuchs keinen Millimeter. Die Laune des Königs wurde deswegen immer miserabler.

 

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Y finalmente ordenó: —Volverás a jugar cuando hayas crecido. Y no mires a tu alrededor tan distraído. ¡Esfuérzate!

Pero el príncipe, debajo de su corona dorada, no creció ni un milímetro. Por eso, el humor del rey se fue haciendo cada vez más miserable.
 

 

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Da sagte die Königin eines Tages: „Herr König, so geht´s nicht mehr weiter.

Vielleicht hilft Kronetragen an der frischen Luft.

Es könnte ja sein, dass er dann wächst.“

Der König wackelte unschlüssig mit dem Kopf.

Dann brummte er: „Na, meinetwegen. Hauptsache, er wächst endlich.“

 

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Entonces, un día dijo la reina: 
—Majestad, así no podemos seguir. Quizá ayude llevar la corona al aire libre. Podría ser que  entonces él crezca.

 

 

El rey sacudió la cabeza indeciso. 

Luego refunfuñó: —Bueno, está bien. Lo importante es que finalmente crezca.

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Lange Spaziergänge machte der Prinz jetzt. Eines Tages ging er so weit wie noch nie. Er kam an duftenden Blumen vorbei und an Sträuchern mit bunten Blüten. Heiß war es.

Die Krone drückte auf seinen Kopf.
Plötzlich stand er vor einer Mauer.

Dahinter hörte er Geräusche. Lachen und schnelle Schritte. Und weil kein königlicher Aufpasser in der Nähe war, kletterte er über die Mauer.

 

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Ahora el príncipe daba largos paseos. Un día caminó más lejos que nunca. Pasó junto a flores fragantes y arbustos con flores coloridas. Hacía calor.

 

 

La corona le apretaba su cabeza.
De repente,  estaba frente a un muro.

Escuchó ruidos detrás. Risas y pasos rápidos. Y como no había ningún guardia real cerca, trepo por encima del muro.

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Da sah er Kinder, die auf einer Wiese spielten.

„Warum hast du dieses Ding auf dem Kopf?“ fragten sie,
und er antwortete: „Der König hat mir verboten, die Krone abzunehmen.

Auch beim Spielen soll ich sie tragen.“

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Allí él vio niños que jugaban en el prado.

—¿Por qué tienes esa cosa en la cabeza?  —le preguntaron,
y el respondió: —El rey me prohibió quitarme la corona.

Incluso cuando juego, tengo que llevarla puesta.

 

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„So ein Quatsch“, sagten die Kinder. Dieses Wort hatte der Prinz noch nie gehört. „Quatsch“, sagte der Prinz leise. „Quatsch, Quatsch.“

Dann legte er die Krone ins Gras und spielte. Viel leichter fühlte er sich ohne dieses schwere Ding.

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—¡Qué tontería! —dijeron los niños. El príncipe nunca había escuchado esa palabra. —¡Tontería! —dijo el príncipe—, ¡tontería, tontería!

Entonces puso la corona en la hierba y jugó. Se sintió mucho más liviano sin esa cosa pesada.
 

 

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Und als der Prinz später nach Hause kam, war er plötzlich ein Stückchen gewachsen.

Der König warf seine Krone in die Luft, sprang vom Thron und schenkte jedermann einen Taler.

Seit der Zeit wuchs der Prinz, denn die Krone drückte ihn nicht mehr so oft. Beim Spielen nahm er sie jetzt nämlich immer ab … und auch sonst manchmal.

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Y más tarde, cuando el príncipe llegó a casa, había crecido de repente un poquito.

El rey lanzó su corona al aire, saltó del trono y le regaló a todo el mundo una moneda de plata.

Desde entonces, el príncipe creció, porque la corona ya no le apretaba tan seguido. A partir de ese momento, se la quitaba siempre para jugar…y a veces también en otras ocasiones.
 

 

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Ende

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Fin

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